martes, 24 de mayo de 2011

La felicidad: ¿Existe? (2a. Parte)

La felicidad no es un estado de ánimo, ni un estado físico, sino un modo de vida.

Por Angelina Sánchez-Vilchis


Todo mundo habla de querer ser feliz, de qué se debe hacer para vivir en completa y eterna felicidad. Expertos, filósofos y gente que trabaja con el espíritu y el verdadero ser hablan de que la felicidad se encuentra en uno mismo.

Pero, ¿qué es la felicidad en realidad? Cada quien tendrá su propia definición. ¿Cómo saber cuál es el verdadero significado?

Una definición específicamente es lo que decía Buda: “Feliz aquel que renuncia al deseo” lo que quiere decir que el “Nirvana” o momento de extinción de los deseos materiales, se alcanza cuando nos damos cuenta de que estamos satisfechos con lo que tenemos. Algunos ya los son porque viven a plenitud su vida con lo que tienen. Ya que si necesitan más, esta necesidad se convierte en lo que llamamos “apego”.


¿Pero qué es el apego?

A lo largo de nuestra vida desarrollamos apegos a diversas cosas y sentimientos. El apego se refiere a la creencia que tenemos de que necesitamos a cierta persona o cosa para ser felices.

Nuestra mente dice: no puedo ser feliz si no tengo el trabajo deseado, o si tal persona no me ama, si no tengo cierta cantidad de dinero jamás seré feliz, etc. Todas esas excusas son falsas, somos y podemos estar felices aún careciendo de algunas cosas, hay que estar claro que sólo es una creencia que hemos adquirido. Hay apegos de muchos tipos pero los más comunes son los emocionales y los materiales.

El apego a las personas o cosas nos retrasa el crecimiento y nos hace esclavos.

No permite que los seres humanos crezcan porque centran su atención en no perder o en obtener ciertas cosas, se convierten en esclavos de ellas, logrando así no permitir disfrutar el día a día y vivir el presente.

El apego nos muestra dos caras una positiva y otra negativa. La positiva es esa sensación de placer y emoción cuando se logra aquello a lo que estamos apegados. Y la negativa es la tensión, preocupación y desesperación que se produce por temor o amenaza a perderlo.

Uno de las más frecuentes ejemplos de apego es aquel que se desarrolla hacia el dinero, cuando lo posees estás en un éxtasis de placer y emoción, pero basta que sólo ocurra una mínima señal de amenaza de perderlo para ver rápidamente cómo se destruye la paz. Mientras estés apegado a ello no disfrutarás la felicidad y será más difícil atraerlo.

Para lograr atraer las cosas que deseamos en nuestra vida, debemos aprender a desapegarnos de ellas. Mientras más insistamos en tenerlas más las alejaremos de nosotros, deseemos las cosas pero no las exijamos. Si se desean con el corazón abierto y sin apego, sabiendo que aún así nos mantendremos felices, aun si no las tenemos, llegarán con seguridad a nosotros.


Cuando nos deshacemos de los apegos volteamos a ver la verdadera felicidad.


La felicidad no es un estado de ánimo, ni un estado físico, sino un modo de vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario