Por Angelina Sanchez-Vilchis
Permitámonos tener vecinos-amigos, en verdad tendremos muchos beneficios y esto generará cosas positivas a nuestro alrededor para vivir mejor.
En otras ciudades del mundo, más civilizadas, cuando alguien nuevo llega a vivir a un nuevo lugar, cada vecino se presenta y se da algún obsequio, después alguno hace una reunión, y así es cómo se van generando nuevas amistades. Es una forma de agradecer, convivir de una manera sana con los vecinos, no propongo que se haga igual, pero sí estaría bien que nos hagamos a la idea de entablar una relación cordial con nuestro “amigo” de al lado, y es que tal vez en la Provincia Mexicana se dé más esto, pero aquí en la Zona Metropolitana de nuestro país, se ha perdido por completo, no es posible que muchas veces, viviendo en un mismo edificio, jamás le dirijas la palabra a alguien, y no conozcas quien vive arriba o en el departamento de abajo, sólo porque piensas “que todos son unos pesados o no son de mi estatus”.
Ya es hora de dejar a un lado esos pensamientos. Quitemos ideas y prejuicios, hagamos algo por nosotros mismos, esto es para que los demás se beneficien sí, pero empezando con nuestro propio bienestar.
Por un momento hagamos el recorrido de nuestra cuadra o calle, o si vivimos en algún conjunto habitacional o en un edificio de departamentos, si sólo has saludado a tu vecino de enfrente y no sabes ni cómo se llama, es hora de que lo deleites con un regalito superfluo, y te presentes, no sabes cuándo irás a necesitar de él. Empecemos a crear nuestras propias comunidades como lo hacían nuestros antepasados o en la actualidad los extranjeros. No perdemos nada y sí ganaremos mucho.
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