martes, 24 de mayo de 2011

Hagamos amigos como lo hacen en el mundo civilizado (3a.Parte)

Por Angelina Sanchez-Vilchis

Permitámonos tener vecinos-amigos, en verdad tendremos muchos beneficios y esto generará cosas positivas a nuestro alrededor para vivir mejor.

En otras ciudades del mundo, más civilizadas, cuando alguien nuevo llega a vivir a un nuevo lugar, cada vecino se presenta y se da algún obsequio, después alguno hace una reunión, y así es cómo se van generando nuevas amistades. Es una forma de agradecer, convivir de una manera sana con los vecinos, no propongo que se haga igual, pero sí estaría bien que nos hagamos a la idea de entablar una relación cordial con nuestro “amigo” de al lado, y es que tal vez en la Provincia Mexicana se dé más esto, pero aquí en la Zona Metropolitana de nuestro país, se ha perdido por completo, no es posible que muchas veces, viviendo en un mismo edificio, jamás le dirijas la palabra a alguien, y no conozcas quien vive arriba o en el departamento de abajo, sólo porque piensas “que todos son unos pesados o no son de mi estatus”.

Ya es hora de dejar a un lado esos pensamientos. Quitemos ideas y prejuicios, hagamos algo por nosotros mismos, esto es para que los demás se beneficien sí, pero empezando con nuestro propio bienestar.

Por un momento hagamos el recorrido de nuestra cuadra o calle, o si vivimos en algún conjunto habitacional o en un edificio de departamentos, si sólo has saludado a tu vecino de enfrente y no sabes ni cómo se llama, es hora de que lo deleites con un regalito superfluo, y te presentes, no sabes cuándo irás a necesitar de él. Empecemos a crear nuestras propias comunidades como lo hacían nuestros antepasados o en la actualidad los extranjeros. No perdemos nada y sí ganaremos mucho.

La felicidad: ¿Existe? (2a. Parte)

La felicidad no es un estado de ánimo, ni un estado físico, sino un modo de vida.

Por Angelina Sánchez-Vilchis


Todo mundo habla de querer ser feliz, de qué se debe hacer para vivir en completa y eterna felicidad. Expertos, filósofos y gente que trabaja con el espíritu y el verdadero ser hablan de que la felicidad se encuentra en uno mismo.

Pero, ¿qué es la felicidad en realidad? Cada quien tendrá su propia definición. ¿Cómo saber cuál es el verdadero significado?

Una definición específicamente es lo que decía Buda: “Feliz aquel que renuncia al deseo” lo que quiere decir que el “Nirvana” o momento de extinción de los deseos materiales, se alcanza cuando nos damos cuenta de que estamos satisfechos con lo que tenemos. Algunos ya los son porque viven a plenitud su vida con lo que tienen. Ya que si necesitan más, esta necesidad se convierte en lo que llamamos “apego”.


¿Pero qué es el apego?

A lo largo de nuestra vida desarrollamos apegos a diversas cosas y sentimientos. El apego se refiere a la creencia que tenemos de que necesitamos a cierta persona o cosa para ser felices.

Nuestra mente dice: no puedo ser feliz si no tengo el trabajo deseado, o si tal persona no me ama, si no tengo cierta cantidad de dinero jamás seré feliz, etc. Todas esas excusas son falsas, somos y podemos estar felices aún careciendo de algunas cosas, hay que estar claro que sólo es una creencia que hemos adquirido. Hay apegos de muchos tipos pero los más comunes son los emocionales y los materiales.

El apego a las personas o cosas nos retrasa el crecimiento y nos hace esclavos.

No permite que los seres humanos crezcan porque centran su atención en no perder o en obtener ciertas cosas, se convierten en esclavos de ellas, logrando así no permitir disfrutar el día a día y vivir el presente.

El apego nos muestra dos caras una positiva y otra negativa. La positiva es esa sensación de placer y emoción cuando se logra aquello a lo que estamos apegados. Y la negativa es la tensión, preocupación y desesperación que se produce por temor o amenaza a perderlo.

Uno de las más frecuentes ejemplos de apego es aquel que se desarrolla hacia el dinero, cuando lo posees estás en un éxtasis de placer y emoción, pero basta que sólo ocurra una mínima señal de amenaza de perderlo para ver rápidamente cómo se destruye la paz. Mientras estés apegado a ello no disfrutarás la felicidad y será más difícil atraerlo.

Para lograr atraer las cosas que deseamos en nuestra vida, debemos aprender a desapegarnos de ellas. Mientras más insistamos en tenerlas más las alejaremos de nosotros, deseemos las cosas pero no las exijamos. Si se desean con el corazón abierto y sin apego, sabiendo que aún así nos mantendremos felices, aun si no las tenemos, llegarán con seguridad a nosotros.


Cuando nos deshacemos de los apegos volteamos a ver la verdadera felicidad.


La felicidad no es un estado de ánimo, ni un estado físico, sino un modo de vida.


No dejes para “mañana” la felicidad de “hoy” .- Primera Parte

¿Por qué no vivimos el “hoy” como debe ser, y lo postergamos para disfrutarlo en otra ocasión?


Por Angelina Sánchez-Vilchis

A veces la vida se torna difícil porque no nos salen las cosas como deseamos, porque nos falta dinero, porque a lo mejor no viajamos como quisiéramos, porque no tenemos tal joya o mucha ropa… Estamos postergando vivir plenamente nuestra vida, estamos postergando nuestra felicidad. Decimos algo así como: “Mañana que tenga mi casa seré muy feliz”… “El día que mis hijos vayan a la universidad estaré realizada”… “Cuando me den este trabajo voy a estar dichosa…” o “Espero que me case por la iglesia, así podré compartir con una pareja…”


Pero no vivimos el “hoy” como debe ser, posponemos ser felices para mañana, para el futuro; que en verdad no sabemos cómo venga o cómo sea. No porque tenga que ser malo, en lo absoluto, sólo que dejamos la felicidad para otras ocasiones, cuando los seres humanos sólo tenemos el hoy para vivir, para gozar de nuestra existencia, porque el mañana sí existe y sí será maravilloso, pero sólo si el hoy lo vivimos plenamente. Sólo si hoy decidimos estar felices no esperando a que pase algo o a que tengamos algo material.


La felicidad es vivir el día de hoy plenamente, sin esperar a mañana, es sentir el aire en nuestro rostro; es ver a nuestros hijos crecer, sonreír; es disfrutar de nuestro espacio antes de que construyamos nuestra casa; es estar bien aunque no tengamos ese trabajo que tanto hemos esperado; es compartir con la pareja aunque no nos proponga matrimonio; pero siempre disfrutando cada instante nuestra existencia basada por supuesto en el día de “hoy”.


¡No te perdono!... y punto Por Angelina Sánchez-Vilchis

"Perdón es la fragancia que la violeta suelta, cuando se levanta el zapato que la aplastó". Mark Twain

Decíamos que lo más difícil que existe para algunos es perdonar, a veces ni siquiera pensamos en perdonar, simplemente borramos de nuestras vidas a ese ser que nos hirió, o de igual manera como no sabemos pedir perdón, nos olvidamos del hecho, sin darnos cuenta que nuestros actos hirieron a alguien más.


Entonces, ¿cómo hacer para perdonar y para pedir perdón?

"Perdonar no es lo mismo que justificar, excusar u olvidar. Perdonar no es lo mismo que reconciliarse. La reconciliación exige que dos personas que se respetan mutuamente, se reúnan de nuevo. El perdón es la respuesta moral de una persona a la injusticia que otra ha cometido contra ella. Uno puede perdonar y sin embargo no reconciliarse, como en el caso de una esposa continuamente maltratada por su compañero.

*El perdón permite liberarse de todo lo soportado para seguir adelante. Usted se acuerda del frío del invierno, pero ya no tiembla porque ha llegado la primavera".

*El perdón opera un cambio de corazón. Debemos ponerle fin al ciclo del dolor por nuestro propio bien y por el bien de futuras generaciones. Es un regalo que debemos proporcionarles a nuestros hijos. Podemos pasar del dolor a la compasión. Cuando perdonamos, reconocemos el valor intrínseco de la otra persona.

*El perdonar no borra el mal hecho, no quita la responsabilidad al ofensor por el daño hecho ni niega el derecho a hacer justicia a la persona que ha sido herida. Tampoco le quita la responsabilidad al ofensor por el daño hecho... Perdonar es un proceso complejo. Es algo que sólo nosotros mismos podemos hacer... Paradójicamente, al ofrecer nuestra buena voluntad al ofensor, encontramos el poder para sanarnos... Al ofrecer este regalo a la otra persona, nosotros también lo recibimos. Entonces comenzamos a ser libres.


Los primeros pasos hacia el perdón

A menudo una mujer que ha sido víctima de maltratos físicos o emocionales durante mucho tiempo, siente ira contra sí misma por todo lo que permitió que le sucediera. La primera persona a quien ella debe perdonar es a sí misma. Por eso decíamos al principio que nos sentimos culpables de lo que nos pasó, nos sentimos responsables de que alguien nos haya herido…


Date cuenta de lo que vales

Para poder perdonar a su agresor, la víctima debe comprender que lo sucedido fue una ofensa. Debe reconocer que ella es tan valiosa como todas las demás personas, y que sus necesidades y sentimientos son importantes. Si intenta perdonar antes de valorarse, su perdón no será apropiado. Hasta que la víctima comprenda el valor que tiene como persona, no se respetará a sí misma.

También practicando yoga u otra disciplina se da uno cuenta que no importa que alguien nos ofenda en lo más profundo, pues nosotros estamos conscientes de lo que valemos, de lo que somos capaces de lograr, que no importa que alguien nos ofenda con insultos, nos cierre las puertas o simplemente nos vea feo, el problema es de ese alguien, él es el que tiene que aprender a ser mejor persona, nosotros “los –dizque- ofendidos” ya estamos muchos pasos adelante.


Para pedir perdón…

Es más fácil pedir perdón, que permiso… Eso dicen algunos, pero el caso aquí es que de verdad esa persona que va a pedir perdón se dé cuenta que está cometiendo una ofensa en contra de alguien más… Y que de corazón, ofrezca ese perdón, que se acerque sin tapujos al ser que se ha ofendido, y de la misma manera hable, diga que le sea perdonado por algo, si eso se logra, es el acto más grande de humildad y amor que existe, y por lo tanto le será recompensado de igual manera, no con amor de la otra persona, o tal vez sí, lo más importante es que le será devuelto con la paz y la tranquilidad que sólo la conciencia otorga, ya que al irse a la cama y reflexionar sobre su día, se dará cuenta que ha hecho lo correcto. Por lo que la vida se lo regresará con grandes bendiciones. Por eso y sin darnos golpes de pecho, pidamos y otorguemos el perdón, pues nadie y sólo nosotros habremos sido liberados.

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